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Por Redacción

Editorial ERRATA NATURAE acaba de publicar una obra imprescindible de los tiempos que corren, la pluma exquisita de William I. ROBINSON -Catedrático y profesor distinguido de Sociología y Estudios Globales e Internacionales de la Universidad de California en Santa Bárbara- hace una aproximación muy interesante respecto de la aparicion del facismo modelo siglo XXI.

A muchos nos aterra el nuevo auge del fascismo. Solo en Europa, la extrema derecha integra cinco gobiernos y tiene representación parlamentaria destacada en veintisiete países. Pero esto es apenas la punta del iceberg de un proceso bastante más complejo: el auge del Estado policial global como respuesta a la profunda crisis del sistema capitalista actual.
A medida que el neoliberalismo dispara las desigualdades hasta límites insospechados (los veintiséis millonarios más importantes del mundo poseen hoy más de la mitad de la riqueza mundial mientras dos mil millones de personas viven en situación de pobreza), los individuos se vuelven «desechables». Una población excedente que supone una amenaza de rebelión para la clase capitalista.
Para refrenarla, se hacen ubicuos todo tipo de sistemas de control, rastreos biométricos, encarcelamientos generalizados, barcos-prisión, violencia policial, persecución de migrantes, represión contra activistas medioambientales, eliminación de prestaciones sociales, desahucios, precarización de las clases medias, guerras estratégicas sustentadas por capital privado… Así, el Estado policial global no remite ya a un mecanismo policial y militar, sino a la propia economía global como totalidad represiva, cuya lógica es tan mercantil como política y cultural. Y, mientras la codicia infinita de la clase dominante hunde al capitalismo en una crisis sin precedentes (llevando la degradación ecológica y el deterioro social a su límite absoluto), el neofascismo afianza su posición en ese Estado policial global cuyo objetivo es la exclusión coercitiva de la humanidad excedente.


Basándose en datos estremecedores y argumentos incontrovertibles, William I. Robinson demuestra hasta qué punto el capitalismo del siglo XXI se ha convertido en un sistema absoluto de represión como único método para mantenerse en pie más allá de sus contradicciones terminales, y defiende la urgencia de crear un movimiento que trascienda los meros llamados a la justicia social y ataque a la yugular.

Agradecemos a https://www.elsaltodiario.com/ quien entrevista al autor.

Comparttimos algunos fragmentos de los dichos de ROBINSON:

¿Qué es eso del Estado policial global?

El Estado policial global se refiere a tres cosas. La primera dimensión es la necesidad que tienen los grupos dominantes, lo que llamo la clase capitalista transnacional, de expandir los sistemas de control social y represión transnacional frente a la revuelta popular global que está agarrando fuerza. Pero también es una forma de contención de la potencialidad que la “humanidad excedente” y las clases populares alrededor del mundo tienen de desafiar al sistema. Los niveles de concentración de la riqueza están en cada vez menos manos, es algo sin precedente. Nunca hemos visto unas desigualdades tan agudas. Además de eso, sabemos que las filas de la humanidad excedente se están ampliando a paso galopante. Son de dos a tres mil millones de personas que están en el sector informal, expulsados. Y esas filas se siguen ensanchando. Como consecuencia, la función de control social, de represión, es cada vez más urgente para los grupos dominantes. Muchas personas reconocen esa primera dimensión del Estado policial global, pero la segunda dimensión es igual o más importante.

¿Cuál es?

Se refiere a lo que yo llamo la “acumulación militarizada” o “acumulación por represión”. El capitalismo global ha estado en una crisis estructural muy profunda, que se remonta a 2001: las primeras señales se dan cuando reventó la burbuja de las dotcom. Pero, en realidad, es a partir del colapso del sistema financiero global en 2008 cuando la crisis estructural, o lo que llamamos más académicamente la crisis de la sobreacumulación, se hace extremadamente aguda. La clase capitalista transnacional ha acumulado y sigue acumulando enormes cantidades de beneficios, y no tiene salidas para descargar ese excedente. Entonces, las guerras de baja intensidad, de alta intensidad, los sistemas de represión, de control social, los muros fronterizos, las guerras contra las drogas, las guerras contra los migrantes, las guerras contra las minorías raciales y religiosas, etc., cualquier conflicto social se convierte en una oportunidad para acumular capital. Es decir, el Estado policial global es enormemente rentable.

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¿Puedes poner ejemplos?

Voy a dar dos que no salen en el libro porque han tenido lugar después de la publicación del libro en inglés en 2020. Primero, la invasión rusa de Ucrania y segundo, la guerra que se está llevando a cabo, mientras hablamos, contra Gaza. En ambos casos son tragedias para los pueblos, pero son enormes oportunidades para la acumulación de capitales. Son regalos para la clase capitalista transnacional. Cuando Rusia invadió a Ucrania, el valor de las acciones de las principales compañías militares industriales experimentó una escalada de inmediato. Y vale la pena recordar que esas compañías están vinculadas con los grandes conglomerados financieros, que son inversionistas en las compañías, y también con las grandes compañías de alta tecnología. Recojo una cita de un asesor para Northrop Grumman, Raytheon, General Dynamics y para Lockheed Martin, grandes corporaciones transnacionales del complejo militar industrial. Este portavoz dijo que el señor Putin es la mejor persona que tienen para seguir haciendo beneficios y para la industria militar. Esta es una cita exacta: “Han llegado los días buenos”.

Estamos viendo, hablando académicamente, una transición del control social consensual al control social coercitivo.

El segundo ejemplo es lo que está ocurriendo en Palestina.

En el momento en que Israel lanzó su ofensiva contra Gaza subieron las acciones de estas compañías. El CEO de Raytheon dijo que esas acciones y la solicitud que hizo Biden de 106.000 millones de dólares en ayudas destinadas a Israel “encajan perfectamente bien con nu8estro portafolio”. Eso da alguna idea de lo lucrativo que es el Estado policial global en momentos en los que la economía civil, la economía capitalista global, está en un estancamiento crónico y cuando se están limitando otras posibilidades de inversión lucrativas, otras salidas para descargar todo ese excedente acumulado.

¿Cuál es la tercera característica del Estado policial global?

La última dimensión está orientada a llevar a cabo el control social para manejar las contradicciones explosivas de un capitalismo global en crisis. Estamos viendo, hablando académicamente, una transición desde el control social consensual al control social coercitivo. Esto implica el surgimiento de proyectos fascistas, dictatoriales, autoritarios, como respuesta a la crisis alrededor del mundo. Existe una necesidad cada vez más urgente por parte de los grupos dominantes de mantener el control social de unas masas que están en plena revuelta a nivel global.

Nota completa en https://www.elsaltodiario.com/pensamiento/entrevista-william-i-robinson-mano-dura-estado-policial-global

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