Por Mauro Federico para https://puenteaereodigital.com/
La respuesta del Gobierno argentino a una solicitada firmada por los representantes del neoliberalismo más recalcitrante del continente donde tildan de “autoritaria” la estrategia de poner en cuarentena a la población para protegerla del coronavirus, fue contundente y no se hizo esperar. Alberto Fernández convocó al Grupo de Puebla y expresó su vocación de construir una Gran Latinoamérica con aquellos que priorizan la vida por sobre el interés económico. Además, le puso freno al intento de sus socios del Mercosur por acelerar tratativas de acuerdos de libre comercio que perjudicarían la recuperación de la industria local. Y remató anunciando la cuarta fase del aislamiento preventivo, liberando algunas restricciones y trasladando responsabilidades de control a los gobernadores. Mientras asoma la construcción de un nuevo liderazgo regional, el oficialismo se apresta a dar batalla por el impuesto a la riqueza, que incomoda a quienes denostan el rol del Estado y pregonan la libertad solo para proteger sus negocios. Pasen y lean.

A mediados de 1917 un fantasma comenzaba a recorrer Europa, propagándose como llamas en el pastizal con foco en una Rusia que empezaba a despedirse del zarismo y a abrazar al comunismo. Simultáneamente, en la cuna del capitalismo, afloraba la imagen fulgurante de quien se transformaría en un ícono indiscutible del siglo XX: Charles Chaplin. Aquel año, la incipiente estrella del cine mundial estrenaba una de las doce películas que se había comprometido a rodar para la compañía norteamericana Mutual Film Corporation, con la que mostraría el grado de evolución de su técnica cinematográfica y su denuncia política, poniendo el acento en las desigualdades sociales. El film se llamó The Immigrant (“Carlitos inmigrante” fue la traducción al castellano) y narraba la historia de un grupo de migrantes que llegaba a Nueva York para comprobar que aquel sitio en el que había que robar por un simple plato de comida, no era precisamente la tierra prometida.
Chaplin utilizó el tono de comedia como mecanismo ideal para señalar los atropellos del poder, mostrando el rostro despiadado de una sociedad agresiva y hostil, donde los agentes de aduanas trataban a patadas a los pobres inmigrantes con la Estatua de la Libertad como fondo escenográfico y los simpáticos camareros neoyorquinos se dedicaban a linchar a los clientes que intentaban irse sin pagar la cuenta. Los recién llegados eran empujados a la marginalidad sin ningún tipo de solución: el final feliz no era más que una leve promesa de prosperidad, jamás cumplida.
Curiosamente, un siglo después esa misma ciudad es epicentro de la dramática pandemia de coronavirus, con cifras estadísticas que la colocan al tope del ranking de casos mortales y contagios. Y ese mismo espíritu “libertario” de un sistema que otorga chances de progreso según el tamaño de las fortunas y no iguala en oportunidades a los ciudadanos, es el que inspiró a un grupo de dirigentes políticos (entre ellos, varios expresidentes latinoamericanos), empresarios e “intelectuales” a redactar un documento donde se advierte por el recorte de libertades individuales en el marco de las políticas públicas contra la pandemia de coronavirus, señalando que “algunos gobiernos han identificado una oportunidad para arrogarse un poder desmedido”. El texto, promovido por la Fundación Internacional para la Libertad (FIL) que preside el peruano Mario Vargas Llosa, indica que “muchos gobiernos toman medidas para restringir indefinidamente libertades y derechos básicos”, como confinamientos con mínimas excepciones e incluso la suspensión del Estado de Derecho, la democracia representativa y el sistema de Justicia.
El pronunciamiento donde lisa y llanamente se cuestiona la metodología implementada por muchos países –entre ellos, Argentina– de disponer un aislamiento social preventivo y obligatorio para proteger a la ciudadanía de los contagios masivos, denuncia que “en las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua la pandemia sirve de pretexto para aumentar la persecución política y la opresión”, y señala que “en España y la Argentina dirigentes con un marcado sesgo ideológico pretenden utilizar las duras circunstancias para acaparar prerrogativas políticas y económicas que en otro contexto la ciudadanía rechazaría resueltamente”. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador también es blanco de los dardos libertarios, quienes aseguran que en México “arrecia la presión contra la empresa privada y se utiliza al Grupo de Puebla para atacar a los gobiernos de signo distinto”, en referencia al foro político progresista fundado en 2019. Entre los firmantes del documento figuran los ex presidentes José María Aznar, Ernesto Zedillo, Álvaro Uribe Vélez, Luis Lacalle, Julio Sanguinetti y Mauricio Macri. Además, entre los argentinos, aparecen poniendo el gancho los exfuncionarios Patricia Bullrich, Darío Lopérfido y Ricardo López Murphy y el empresario farmacéutico Alberto Roemmers.
La FIL nació en 2002 como iniciativa de un grupo de intelectuales y referentes de think tanks del neoliberalismo y declama como objetivos “la defensa y promoción de los principios de la libertad, la democracia y el Estado de Derecho”. En realidad, se trata de un conglomerado de dirigentes y activistas ultra liberales, unidos por su tirria contra cualquier atisbo de proteccionismo y ostensiblemente anticastristas, antichavistas, antiperonistas, anti Evo Moralesy anti todo lo que huela a “populismo”, caracterizado por el mismísimo Macri como “un mal más letal que el coronavirus”.
GRACIAS a MAURO FEDERICO y https://puenteaereodigital.com/