Por Giselle Santana(*)
3J Ni una Menos ??
No vamos a colmar las calles. No vamos a poder abrazarnos cuando el dolor apriete con cada nombre que se suma a la lista. No vamos a volver a casa sin voz, con la garganta rota de gritar nuestras verdades. No vamos a hacer asambleas en los lugares de trabajo para llamar a la huelga feminista. No vamos a pintar carteles, remeras, practicar canciones, ponernos glitter, porque la lucha también contiene una alegría rebelde, que desafía a los monstruos.
Este 3J en pandemia no tendremos a mano nuestras principales armas, pero sí tenemos las mismas razones, muchas más en verdad, que nos llevaron a ese histórico grito ¡Ni una Menos! aquel lluvioso 3 de junio de 2015.
Aquella vez fue el brutal feminicidio de Chiara Páez lo que nos movió a exigir que ¡Paren de Matarnos! Y esa demanda tan básica, tan defensiva, dio paso a que el movimiento feminista incorporara un método histórico de lucha de la clase obrera, la huelga, y lo resignificara, poniendo en cuestión, por primera vez, no solo el trabajo productivo, sino el reproductivo, esa doble jornada de trabajo que las mujeres tributamos al capital en forma de “cuidados”, para reproducir la vida (la mano de obra y la fuerza de trabajo en términos marxistas). Les dijimos “si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras”, siguiendo el ejemplo de las polacas, construyendo la huelga feminista global.
Y fuimos más allá, transitando esa experiencia de lucha y movilización ya no nos alcanzaba con que no nos maten, nos queríamos vivas y libres. Concluimos que no hay Ni una Menos sin aborto legal, no solo porque la clandestinidad mata, sino porque queremos una vida donde podamos decidir sobre nuestros cuerpos. Les dijimos “Mirá cómo nos ponemos”, cuando nos animamos a romper siglos de silencio ante la violencia sexual y la cosificación de nuestros cuerpos. Exigimos igualdad salarial, nos abrimos camino en espacios profundamente machistas, en partidos políticos, en sindicatos, ¡hasta en el fútbol!
Hoy las redes se tejen en la virtualidad, en el distanciamiento obligatorio, pero el Ni una Menos sigue siendo una deuda con nosotras. La pandemia mundial mostró cuánto menos valen nuestras vidas para el capitalismo patriarcal, cómo los costos de esta crisis económica, social, sanitaria, nunca vista antes, se descargan con mayor peso sobre las mujeres y cuerpos feminizados, doblemente explotadas, precarizadas, endeudadas, sometidas al recrudecimiento de la violencia “en casa” y la violencia institucional, al frente de la organización de la supervivencia en los barrios más vulnerados, dejando la vida en ello…
Este 3 de junio nos sumamos a las acciones convocadas en redes por el Colectivo Ni una Menos, lectura de documento, ruidazos, etc., porque el movimiento de mujeres y disidencias tiene algo para decir en medio de esta crisis, porque somos parte de esa marea que en todo el continente, de Norte a Sur, desde Estados unidos hasta Chile, exige romper con esta “normalidad” de opresión y explotación. Porque queremos que las riquezas que creamos se pongan al servicio de garantizar nuestras vidas y no sus ganancias. Para que no se apague la llama de esta rebelión feminista, hasta que el capitalismo y el patriarcado ardan juntos ??
(*)Sec Gral Regional Norte CTA Capital