COMO MANEJAR EL ESTRES

LA LETRA

Por CLAUDIA SERRANO (*)

De qué manera podemos manejar el estrés, y cuáles son las consecuencias que acarrea en la actualidad

El Estrés es un término muy utilizado de manera popular, “estoy estresado”. Pero que es el estrés?, Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como «el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara el organismo para la acción». Puede afectar a personas de cualquier edad, género y circunstancias personales dando lugar a problemas de salud tanto física como psicológica.

Entonces, lo que encontramos es que existen factores estresantes, es decir que puede tratarse de un suceso tanto de origen ambiental o situacional,  que tiene repercusión a nivel psicológico y físico, y esto  trae aparejado una disminución  de las defensas en el sistema inmunológico. Con lo cual podemos decir que el ESTRÉS es un Estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al normal.

Lo que encontramos como base psicológica en el estrés, es la ansiedad, una reacción que se caracteriza por la presencia de preocupaciones de carácter persistente, estas situaciones están relacionadas con una circunstancia en la cual la persona percibe que está en riesgo su integridad física  y/o psicológica,  y esto genera un malestar emocional de carácter intenso, que a veces se acompaña de síntomas somáticos o cognoscitivos. 

Es decir que frente a una situación que puede ser sentida como estresante, la persona se siente  incapaz de disiparla con sus recursos psicológicos habituales de afrontamiento, esto supone un quiebre en el sentimiento de seguridad y autoconfianza, generando un malestar emocional, sentimientos de estar «al límite» (manifestados por tensión mental o incapacidad para relajarse), en el que se observan sensación de cansancio y agotamiento tanto físico como mental. Los síntomas físicos más comunes observados pueden ser: inquietud, nerviosismo e irritabilidad, fatigarse con facilidad, dificultad para concentrarse,  dolores de cabeza, sudoración en las manos, tensión muscular,  disminución del apetito que puede inducir a la inanición, dificultades en la ingesta o absorción del alimento o  una sobreingesta y trastornos del sueño (insomnio de conciliación o de mantenimiento o sueño no reparador). Todo esto dificulta la capacidad para concentrarse y aparece la sensación de bloqueo mental, que dificulta la realización de actividades de forma eficiente e interfiere de manera negativa en su vida cotidiana y obtura la posibilidad de poder adaptarse a las situaciones nuevas.

La preocupación que causaría el estrés se vincula a una función adaptativa, ya que permite a los individuos poder tener la capacidad de anticipar las futuras coacciones y prepararse para afrontarlas mediante el empleo de estrategias cognitivas de búsqueda de información y solución de problemas. En muchas ocasiones cuando sentimos ansiedad solemos comer aún sin tener la necesidad fisiológica de comer, solo lo hacemos para calmar un vacío, una nada, y esto generalmente sucede fuera del horario de las comidas habituales, por lo que puede desembocar en un mal hábito alimentario. Una malnutrición calórico proteica que afecta el metabolismo y por ende a varios sistemas orgánicos, y esto provoca una deficiencia energéticay en consecuencia la inmunidad de las células  se altera, con lo que aumenta la predisposición a contraer infecciones bacterianas (neumonía, gastritis, otitis, urinarias, etc) y desde el punto de vista cognitivo provoca disminución en la atención y por consecuente dificultades en la memoria, también, al no tener energía puede observarse apatía e irritabilidad, por ende el desgano y el aislamiento interpersonal.

Teniendo en cuenta lo vivido durante el 2020 y parte del 2021 a raíz de la situación de pandemia que implicó un cambio radical en la rutina  de las personas en general, debido al aislamiento social obligado, esto produjo situaciones de estrés y en muchos casos depresión. El hecho de enfrentarse a un enemigo invisible y letal para algunos, surgió la incertidumbre de no saber para quién es letal y para quién no. Produciendo un estado de salud de tal magnitud que se debía  buscar respuestas inmediatas e inmanentes, inventando estrategias, no sólo biologistas sino también psicológicas para sobrellevar una situación novedosa sin precedentes. En algunos casos este aislamiento de los vínculos afectivos, ha producido tal aumento de ansiedad, donde se evidencia la pulsión de satisfacer una necesidad de llenar un vacío, mediante la ingesta de cualquier alimento, que pudieran paliar ese malestar desesperante, tanto si se trata del sedentarismo provocado por el mandato de no salgan a la calle, o por la hiperactividad que puso en jaque a las personas que tenían que salir a trabajar para subsistir, pero acompañado de un estado de alerta constante ante el miedo al contagio. Aunque muchas personas negando la existencia del  virus, quizás como defensa psicológica y como modo de afrontamiento para no sufrir estrés desafiando el mandato mediante salidas y juntadas clandestinas.

Tanto el estrés como la depresión, no son enfermedades sino estados que pueden provocar reacciones emocionales inadecuados. Una manera de evitar el estrés o la depresión sería a partir de la práctica de actividades recreativas o deportivas,  mantener los vínculos afectivos, tener una buena alimentación y una exigencia tolerable en las preocupaciones, también es indispensable sentirse bien anímicamente, como dice el dicho “mente sana, cuerpo sano” .

(*) Lic. Psicología. Docente universitaria. Practicante de psicoanálisis y diplomada en problemáticas de consumos

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